viernes, 26 de junio de 2015

El junio de Enrique

Conocí a Enrique por estos días hace un año en una fiesta a la que yo no quería ir (dos visitas al dentista en una semana convierten a cualquiera en anti-social) y en la que él no necesariamente tenía por qué estar.
Pero yo fui y él ahí estaba.

Enrique es de esos hombres que te abren la puerta, te jalan la silla para que te sientes, te regalan flores, te apoyan siempre que pueden y te dicen siempre la verdad.
Enrique me mira y sonríe y casualmente la noche que lo conocí me miró y sonrió...

Me asomé a su vida con mucho escepticismo y dejé que él entrara a la mía con muchas preguntas por hacer y casi ninguna respuesta.

Con pocos esfuerzos y más amor que demandas, las respuestas a casi todas las preguntas fueron apareciendo y antes de preguntarme ni cómo ni por qué, tomé lo que yo había hecho de mí y empecé a compartirlo con él.

Cuando Enrique me mira y sonríe hace que se asome mi mejor versión.
Y mi mejor versión, sólo lo es porque es la más real, la más vulnerable y la más valiente porque entrega el corazón sin reparos todos los días.

A veces asigno meses a las cosas relevantes y a veces se los asigno a las personas.
Se los asigno a las personas cuando por ellos mi vida cambia para siempre.
Mayo es de mi Papá, marzo de mi Mamá y enero y noviembre son de mis hijos...pero junio, junio es y siempre será de Enrique.

En junio la tierra huele a mojado, la cosechas se atragantan de agua y los cielos lloran penas nuevas y viejas.

En junio llegó Enrique y le trazó una nueva línea a mi historia. Me prestó sus crayones, yo a él mi lápiz y juntos compramos una goma...
Hoy seguimos escribiendo...viviendo día a día ...sólo él y yo.

Por eso, junio es de Enrique...y por eso de igual manera,  yo también.



Hasta la próxima,