viernes, 23 de enero de 2015

Whiplash, la gran sorpresa.

Desde hace muchos años, esta es una época que yo atesoro: las ceremonias de premiación a lo mejor del cine.
Ya sé que todo es "hollywoodesco" y frívolo a morir, pero son entretenidas y aunque las películas son ya básicamente una mimetización la una de la otra, por ahí aparecen agradables sorpresas.

Yo me considero una cinéfila moderada; eso en mi lenguaje quiere decir que me gusta el buen cine pero no soy "purista" (ej: sólo ven cine de arte, mientras más "contemplativas" y deprimentes son las películas, mejor; si sales sin entender un pito "es un peliculón", etc)...no, no,  no...A mí me gustan las buenas películas (de arte y comerciales) no las simplezas de pastelazo y tal, pero creo que como en muchas cosas, la sencillez, la claridad y los finales felices también tienen su encanto.

Este año en particular, la terna de los premios de la academia está variada y bastante buena en general.
Ya vi todas menos una y he quedado bastante contenta, y aunque Birdman de González Iñarritú me pareció interesante y con grandes actuaciones, a riesgo de sonar un poco antipatriótica, hoy quisiera platicar de otra película, y para mí, la formidable sorpresa: Whiplash.

Whiplash es la historia de un estudiante de música que se enfrenta a sí mismo, a su talento, a su habilidad musical...y al maestro que sacará lo peor y lo mejor de él.
J.K. Simmons (el maestro) nos ofrece una de las actuaciones más sólidas de su carrera y a los espectadores nos empuja a la orilla de nuestro asiento al mismo tiempo que no sabemos si odiarlo, amarlo o encerrarlo en la casa de la risa.

Los últimos tres minutos de la película son una joya y la verdad es que todo se apoya en lo que literalmente podemos "leer" en los ojos de los protagonistas.
En mi opinión, uno de los sentimientos más emotivos que podemos tener es aquel que nos produce reconocer lo que buscamos de nosotros mismos en otro ser humano; esa reafirmación silenciosa que sólo entienden dos personas no tiene parangón...y eso es lo que nos ofrece esta cinta.

Ya no quiero decir más porque por ahí la riego y quisiera exhortar a todos mis queridos lectores a que no se la pierdan.

Whiplash ES la bocanada de aire fresco y sorpresivo de este año; esa que nos despeina, nos saca de balance y nos hace sonreír.

Posiblemente no sea  muy premiada, pero ciertamente en cuanto a la creatividad, la propuesta cinematográfica, la calidad actoral y el papel del año, esta cinta es sin duda el Caballo Negro.


Hasta la próxima,









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